Ir al contenido principal

Entradas

Mostrando entradas de 2020

Mis compañeros de confinamiento

Hay quien ha conseguido hacer un Diario de Confinamiento. Yo, lo confieso, no. Ni publicado ni sin publicar. No me ha dado. Y es que los días, meses que han pasado y hemos pasado, cada uno los ha llevado de una forma. Yo os cuento la mía. Y quién me ha acompañado. Sí, porque realmente no me he sentido sola. Y os digo quién, o más bien, quiénes, han tenido la culpa. He pensado mucho, he recapacitado, he escrito cartas y he llorado. Todo esto, de la mano de Borja Vilaseca. Pero he disfrutado mucho y sobre todo, creo que me han cambiado sus vídeos, sus directos de Instagram, sus libros y sus cursos. Porque he aquí una que ha aprovechado mucho el tiempo de soledad. Pero no solo aprendiendo de mi misma. He aprendido con personas que desde ya son mis referentes. Os digo solo algunos nombres, porque os prometo que todos los días leo unos cuantos mails de cada uno y cada una de ellos. Y os lo digo por si queréis echar un vistazo, buscarlos y os inspiran. Seguro que sí. Mi profe, Veró

En mi casa

En mi casa te encuentras purpurina en la toalla. Sí, me ha pasado hoy cuando me lavaba las manos al volver de la calle. Purpurina dorada.  En mi salón, además del mobiliario habitual, también tengo una cabaña. Bueno, realmente no es mía. Es el lugar favorito de mi pequeña. Donde se mete con sus rotus, sus muñecos y se esconde del mundo. ¿Quién no ha tenido un lugar así en su infancia? Mi casa a ratos es un pequeño (o gran) caos. Mientras la pequeña investiga cómo va a decorar su nuevo paquete de slime (no sucumbáis si no queréis moco pegajoso en cada silla del salón, por muchas advertencias que hagáis, o se quita de su altura o nada); el mayor (¿Cuándo ha sido que creciste tan rápido, hijo?) está manteniendo una conversación con sus amigos mientras me dice que es “la última”. ¿Os suena a las mamás de preadolescentes? En mi casa hay libros, música. Y luz. Y colores. Y sueños.  Y en esta etapa que hemos pasado y esperemos que se quede en pasado, no puedo más que dar gracias a la vi

Unas capas más abajo, ahí es

Como si de una cebolla se tratara. Así creo que somos los humanos. Nos ponemos capas y más capas. La capa de quedar bien ante el qué dirán. La capa de lo que dicta la sociedad. La capa de mi propia autocensura cuando escribo, aunque esa vaya unida a la primera y a la segunda. ¿Cuántas capas tienes tú? Pues yo me estoy quitando. Poco a poco, claro, pero en el camino. Tampoco es que vaya a ponerme a andar desnuda, aunque me cuentan que el naturismo una vez lo empiezas no vuelves atrás. Quizá haya que probarlo. Las que sí me estoy quitando son las interiores. Como digo, muy poco a poco. Con mucho trabajo,   mucho esfuerzo y mucho tesón. Sangre, sudor y lágrimas que se dice también. Y mira, sangre no, pero sudor y lágrimas unas cuantas. Y no lo oculto, porque ningún proceso es fácil. Pero una vez que te vas quitando capas, sí que sientes esa liviandad. Y ya, igual que con el naturismo, no quieres volver atrás. Foto de Karolina Grabowska

Hace un año

¿Cuántas veces te has puesto a soñar dónde estarías tú dentro de un año? Pues sigue haciéndolo, la visualización es muy positiva, así que vamos a soñar. Yo hace un año di uno de los pasos más importantes de mi vida. Hace unas pocas semanas ha venido otra decisión que, si bien ha sido por ambas partes, tampoco ha sido fácil. ¿Y ahora? Ahora tengo delante de mí millones de opciones, y sin querer, se presentan otras. Bueno, esto es lo que llamo suerte, pero también tiene mucho de actitud. El refranero siempre sabio ya nos lo dice: “cuando se cierra una puerta se abren mil ventanas”. Hoy hacía un ejercicio para un curso y ha sido súper interesante porque iba de destacar mis fortalezas, en qué cosas sobresalgo, qué se me da bien. Y bueno, es bastante complicado, o quizá, somos nosotras (somos mayoría chicas) las que nos lo hacemos difícil. Porque siempre, hablo por mí, me exijo un poco más, quiero terminar aquel detalle, repasar de nuevo el texto… Total, que nunca termino de conve

De nuevo la primera vez

¿Cuántas primeras veces estáis teniendo estos días? Yo ya he tenido mi primer café. Un café del que echaba de menos su sabor intenso, pero sobre todo el lugar, ese sitio que es casa de tantos. Y qué mejor que poder compartirlo con dos de mis ángeles de la guarda, dos personas de las que siempre han estado cuando las cosas se ponen feas. Y mi primera visita a la playa. Desde que nos dejaron comenzar a hacer deporte no he podido por circunstancias encontrar un rato cada día. Y curiosamente yo que soy amante de la playa, he descubierto lo inspiradora que puede ser la montaña. Ese aire fresco, esos caminos de tierra, el olor a pinos. Ese ver mi Motril desde arriba y poder hacerme consciente de lo grande y bonita que es. Pero la playa... El día que me vi en la orilla, sin siquiera meter los pies en agua, pero allí frente a su inmensidad. No pude reprimir la lagrimilla asomando. Volví a esos momentos de carrera cuando paraba a tomar un poco de aire, de paz. Sentada en la orill

La inspiración nos pilla trabajando

¿Cuántas veces has escuchado esta frase? Yo, millones. De escritores, de poetas, de músicos. Al fin y al cabo, de creadores de lo que sea. Es así. Pero también es cierto que te puede pillar en cualquier sitio. Si abro mi bolso, siempre hay una libretita, una agenda, un bloc… y un bolígrafo. Es algo que me acompaña desde siempre, como esos bolsos, cada vez más grandes. Y es que ahora además la libreta tiene que tener un cierto tamaño y llevar encima algunos colores para que mi peque pueda dar   rienda suelta a su imaginación, su creatividad y pueda dibujar. ¿Y sabes? Me encanta que así sea. Ahora mis notas suelen estar decoradas por sus dibujos. Por mi parte, he de confesar que no me he considerado una persona especialmente creativa. Sin embargo, tampoco me suelo encontrar delante del ordenador o del papel con el síndrome del folio en blanco. Y yo creo que es porque siempre me ha gustado escribir. En estos días me ha dado tiempo de recuperar algunas cartas de l

No querer volver

Hoy recupero un texto que no es mío, es de María Robles, psicóloga co-directora de Essentia, Psicología y Bienestar, con el que no puedo sentirme más identificada. Resulta que yo -persona social y de calle donde las haya-   tras salir lo justo e imprescindible desde el pasado 14 de marzo, tras quedarme en casa en este confinamiento y pasar muchísimas horas conmigo misma o con mis hijos, no tengo ganas de volver. Y María lo explica a la perfección, como si hubiera entrado en mi cabecita. No quiero volver a lo de antes. A las prisas. Al hoy no puedo pararme. A la falta de aire. A ir corriendo a todos sitios y a pesar de ello no llegar. Por supuesto hay muchas cosas, y personas, ahí fuera que echo de menos. Por supuesto, me apunto a volver a sentir el tacto de la arena bajo mis pies. A sumergirme en el mar y sentir su frescor tras horas de sol. A viajar, conocer nuevas ciudades o volver a patearme las ya conocidas. Claro que sí. Pero por encima de todo me he propuesto se

Vaso medio lleno, siempre

Mi situación personal y profesional en esta etapa de confinamiento no es ni mejor ni peor que la de nadie. Podría quedarme con que hay días que echo de menos, con que hay días que me siento sola, con que hay días que me puede el estrés de querer llegar a todo y no doy más. Pero como habéis estado leyendo estos días, me quedo con otras cosas. Con estar disfrutando de mi tiempo y de mis libros; de escribir y retomar este blog que tenía olvidado; de grabar vídeos de felicitación y procesiones de Semana Santa que nos han hecho reír muchísimo; de retomar bizcochos y probar recetas nuevas; de video-llamadas bonitas con las que te pones al día de casi todo… Hay tantas cosas maravillosas de las que podemos disfrutar. Y como leía no hace poco por redes, vamos a aprovechar estos días que cuando salgamos no vayamos a decir que se nos han quedado cosas en el tintero (que nos pasará, seguro). Pues eso, que hoy solo me quería pasar por aquí para desearos que dentro de cada situación, ve

Libros, libros, libros....

Hoy tocaba escribir además de leer y de compartir. Ha sido un día bonito de eso, de compartir lecturas, poesías, de compartir letras, fotos y al fin y al cabo, momentos. Yo os aconsejo leer todos los libros que caigan en vuestras manos. Todos, sin excepción. Cada libro llega en el momento en el necesitemos de él. En mi caso ha habido pocos libros que haya dejado en la estacada, pero tengo algunos pendientes en la librería de casa esperándome. Me he dado cuenta de la cantidad de libros que tengo cuando he tenido que hacer mudanza. Y precisamente mi casa está llena de estantes para ser llenados de libros. Es mi pasión, darme la vuelta y ver libros que   me acompañan. Justo hace unos días abría unas cajas y… ¡sorpresa!. Mis libros de la época de colegio e instituto, los clásicos, los juveniles, los de filosofía que cuando me los tenía que leer no terminaba de entender y ahora me pirro por volver a cogerlos. Están a la espera de ser ordenados, pero mientras dedico

La falta de tiempo

Antes de que empezara este estado de alarma y este confinamiento, si me preguntaban que cuál era el “mal de nuestra era”, no tenía duda: la falta de tiempo. Al menos yo, siempre quería hacer más cosas de las que me daban las 24 horas del día. Y claro, imposible llegar a todo y no frustrarse en el intento. Mi vida era un ir y venir sin parar. Cierto es que cuando no tenía nada que hacer me lo buscaba. Ahora, en este mes y pico ya, he hecho muchas cosas que me apetecían. Por fin he tenido tiempo para ello. Una de estas cosas es leer. Y ya sabéis los que me seguís que tengo una debilidad: Màxim Huerta. En su Intimidad improvisada nos presenta una recopilación de sus columnas publicadas en El Español y 20 Minutos. La verdad es que me ha resultado muy significativa su lectura para tener una radiografía de nuestra era. En este parar actual he recapacitado sobre un artículo en concreto: Hacer tiempo . Fue publicado en El Español en 2018, y claro, la situación nada tenía

La vida desde una azotea

Un cielo cubierto de nubes. Tejados. Antenas. Azoteas. Casas a medio construir, obras que con esta paralización también se han quedado calladas. Respiro. Hoy huele a lluvia, a tierra mojada. A barrio. Escucho el pitido de un coche. Es el panadero, fiel a su cita diaria. Pocos sonidos más hay por aquí. Respiro. Y miro de nuevo. Es mi tierra. Es mi gente. Son mis vecinas y vecinos, los menos. Sí, en mi barrio salen las mujeres a aplaudir. María, Celia, las de más arriba que no recuerdo cómo se llaman, pero que ayer, a falta de música con altavoces, se pusieron a bailar, mascarilla mediante, en el tranco de la puerta con su móvil. Pero hombres, hay pocos. Vivo en un barrio tranquilo, donde casi nunca pasa nada. Donde habitualmente por las mañanas hasta hay sitio para aparcar porque todos nos hemos ido a trabajar. Ahora me asomo a la ventana (creo que nunca antes había hecho tanto uso de ella) y la calle tiene una hilera de coches que se mueven solo cada quince días

El tiempo es oro

Ayer os contaba que si estos días los estás pasando en casa con niños, a aburrirte no dará mucho tiempo. Pero si el caso es que estáis solos, el tema es bien diferente. Tenemos una cultura de salir. A trabajar, a tomar café, a reunirnos, al gym, o al yoga, o por supuesto, al bar a tomar una cervecita. Y ahora, de pronto, tenemos que parar. Nuestra agenda está vacía, nuestra rutina ha desaparecido. Y no sabemos muy bien qué hacer. Yo no soy experta en estos temas, pero bien es cierto que me replanteo mis días y hago que sean valiosos, que cuenten. Que cuando esto acabe por supuesto voy a ser la primera en querer salir, pero mientras no podamos, creo que lo mejor es aceptarlo y sobre todo, ayudar fuera quedándonos dentro, y ayudarnos a nosotros. Soy de las que piensa que esta crisis nos va a cambiar, y mucho. Nos está cambiando ya. Así que dedicaros tiempo quienes podáis, cantad bajo la ducha aunque desafinéis, haceros un homenaje cada vez que toque comer, que no sea só

¿Cómo te sientes hoy?

Esta mañana me venía esta pregunta a la mente, la he lanzado al aire y me he contestado yo sola. Yo me siento agradecida. Por el día que me ha regalado la naturaleza, ese sol brillante y calentito que hemos podido disfrutar los afortunados que tenemos una terraza, sea más o menos grande, pero que nos permite disfrutar de esta primavera tan inusual.   Por ese trocito de cielo con algunas nubes que lo adornaban, parecía que era para que en ese rato de soledad pero al aire libre pudiera entretenerme buscándole formas. Agradecida por el silencio. Porque he cerrado los ojos y me he imaginado en la playa, en mi playa o en cualquier otra. Con ese sonido que tanto echamos de menos los que la tenemos tan cerca, y ahora mismo tan lejos. He respirado y con los ojos aún cerrados he vuelto a mi terraza, en un barrio tranquilo, donde lo único que se escuchaba era a los pájaros, y cuando he abierto los ojos allí estaban ellos, jugando y danzando en el cielo. Pero además he escucha

Quedémonos con lo bueno

Hoy nos hemos despertado con la noticia de que el Estado de alarma, y por ende, el confinamiento, durarán (yo añado mínimo), 15 días más de los previstos inicialmente. Por supuesto esperaba que este paso llegara un día arriba un día abajo, pero es cierto que hoy el ánimo ha tenido sus más y sus menos. Y por supuesto, me lo tengo que permitir. Pero precisamente hoy quiero quedarme con tantos y tantos gestos que nos están haciendo más llevadera esta situación. La música, esos conciertos que hemos podido disfrutar de nuestros artistas favoritos, libros gratuitos para descargar, películas, teatro… Creo que tenemos multitud de alternativas para poder ocupar nuestro tiempo. Además, podemos buscar cualquier tabla de ejercicios adaptada a nuestro estado físico actual. Me emociona cómo cada persona está poniendo su granito de arena para aportar en estos días. Haciendo lo que nos gusta, algo que sea beneficioso tanto para que el que lo hace como para el que lo recibe. Qué bonito,

Silencio en el silencio

Hoy retomo estas letras, este portal que me acercará de nuevo a todo el que quiera leerme. Hoy que la primavera está recién entrada, pero que para olerla solo podemos salir al balcón o quien tenga algo de más suerte, a la terraza o jardín. Hoy llevamos una semana confinados. En una situación que podemos calificar de lo que sea, pero ante todo es realmente extraordinaria, y sí, la estamos viviendo nosotros. Como leía en uno de los millones de post que llevo leídos en estos días, vamos a ser parte de la historia. Vamos a hacerlo bien. Hoy además es el día de la poesía. Yo amante de las letras, no podía dejar pasar este día sin hacerle un homenaje, a la poesía, a la literatura, al arte en general que tanto nos está dando estos días. Poesía, libros, música, pintura, manualidades…   ¿Cuántas habéis probado ya? Hoy recupero un libro que pertenece a mi familia, Tres poetisas, de Editores Mexicanos Unidos. Es nada más y nada menos que de 1977, y justo hoy me ha dado por echar