Ir al contenido principal

¿Cómo te sientes hoy?



Esta mañana me venía esta pregunta a la mente, la he lanzado al aire y me he contestado yo sola.

Yo me siento agradecida. Por el día que me ha regalado la naturaleza, ese sol brillante y calentito que hemos podido disfrutar los afortunados que tenemos una terraza, sea más o menos grande, pero que nos permite disfrutar de esta primavera tan inusual.  Por ese trocito de cielo con algunas nubes que lo adornaban, parecía que era para que en ese rato de soledad pero al aire libre pudiera entretenerme buscándole formas.

Agradecida por el silencio. Porque he cerrado los ojos y me he imaginado en la playa, en mi playa o en cualquier otra. Con ese sonido que tanto echamos de menos los que la tenemos tan cerca, y ahora mismo tan lejos.

He respirado y con los ojos aún cerrados he vuelto a mi terraza, en un barrio tranquilo, donde lo único que se escuchaba era a los pájaros, y cuando he abierto los ojos allí estaban ellos, jugando y danzando en el cielo.

Pero además he escuchado a niños y niñas reír mientras jugaban, sus gritos, su algarabía. No los conozco, pero hoy me han hecho sentirme cerca de todos los niños del mundo que en sus hogares están haciendo que estos días pasen más rápido. Porque, quienes estáis con vuestros hijos no tendréis tiempo para aburriros, así que compartid con ellos esas risas, esos juegos, su imaginación. Y vamos a impregnarnos de su ilusión, sus sueños y su fuerza para que estos días, no sabemos cuántos serán, pasen rápido y pronto volvamos a abrazarnos.


Comentarios

  1. Apuro cada minuto con ellos, cómo si esto que nos hsn regalado sea tiempo para estar compartiendo y amando, entendiendo y conociéndonos un poquito más. Suerte que podamos hacerlo sanos y con más de lo que necesitamos. Agradecida a la vida. Besos Isa, 😘

    ResponderEliminar
  2. Creo que es así precisamente como tenemos que vivirlo, amando, compartiendo, aunque a veces no tengamos tan cerca como quisiéramos a todos los que nos gustaría poder abrazar. Pero si los tenemos, es momento de disfrutar de este tiempo de regalo con ellos. Besos. Gracias por tus visitas y tus comentarios. 😘😘

    ResponderEliminar

Publicar un comentario

Entradas populares de este blog

Unas capas más abajo, ahí es

Como si de una cebolla se tratara. Así creo que somos los humanos. Nos ponemos capas y más capas. La capa de quedar bien ante el qué dirán. La capa de lo que dicta la sociedad. La capa de mi propia autocensura cuando escribo, aunque esa vaya unida a la primera y a la segunda. ¿Cuántas capas tienes tú? Pues yo me estoy quitando. Poco a poco, claro, pero en el camino. Tampoco es que vaya a ponerme a andar desnuda, aunque me cuentan que el naturismo una vez lo empiezas no vuelves atrás. Quizá haya que probarlo. Las que sí me estoy quitando son las interiores. Como digo, muy poco a poco. Con mucho trabajo,   mucho esfuerzo y mucho tesón. Sangre, sudor y lágrimas que se dice también. Y mira, sangre no, pero sudor y lágrimas unas cuantas. Y no lo oculto, porque ningún proceso es fácil. Pero una vez que te vas quitando capas, sí que sientes esa liviandad. Y ya, igual que con el naturismo, no quieres volver atrás. Foto de Karolina Grabowska

No querer volver

Hoy recupero un texto que no es mío, es de María Robles, psicóloga co-directora de Essentia, Psicología y Bienestar, con el que no puedo sentirme más identificada. Resulta que yo -persona social y de calle donde las haya-   tras salir lo justo e imprescindible desde el pasado 14 de marzo, tras quedarme en casa en este confinamiento y pasar muchísimas horas conmigo misma o con mis hijos, no tengo ganas de volver. Y María lo explica a la perfección, como si hubiera entrado en mi cabecita. No quiero volver a lo de antes. A las prisas. Al hoy no puedo pararme. A la falta de aire. A ir corriendo a todos sitios y a pesar de ello no llegar. Por supuesto hay muchas cosas, y personas, ahí fuera que echo de menos. Por supuesto, me apunto a volver a sentir el tacto de la arena bajo mis pies. A sumergirme en el mar y sentir su frescor tras horas de sol. A viajar, conocer nuevas ciudades o volver a patearme las ya conocidas. Claro que sí. Pero por encima de todo me he propuesto se

En mi casa

En mi casa te encuentras purpurina en la toalla. Sí, me ha pasado hoy cuando me lavaba las manos al volver de la calle. Purpurina dorada.  En mi salón, además del mobiliario habitual, también tengo una cabaña. Bueno, realmente no es mía. Es el lugar favorito de mi pequeña. Donde se mete con sus rotus, sus muñecos y se esconde del mundo. ¿Quién no ha tenido un lugar así en su infancia? Mi casa a ratos es un pequeño (o gran) caos. Mientras la pequeña investiga cómo va a decorar su nuevo paquete de slime (no sucumbáis si no queréis moco pegajoso en cada silla del salón, por muchas advertencias que hagáis, o se quita de su altura o nada); el mayor (¿Cuándo ha sido que creciste tan rápido, hijo?) está manteniendo una conversación con sus amigos mientras me dice que es “la última”. ¿Os suena a las mamás de preadolescentes? En mi casa hay libros, música. Y luz. Y colores. Y sueños.  Y en esta etapa que hemos pasado y esperemos que se quede en pasado, no puedo más que dar gracias a la vi