Ir al contenido principal

Entradas

Mostrando entradas de julio, 2020

Mis compañeros de confinamiento

Hay quien ha conseguido hacer un Diario de Confinamiento. Yo, lo confieso, no. Ni publicado ni sin publicar. No me ha dado. Y es que los días, meses que han pasado y hemos pasado, cada uno los ha llevado de una forma. Yo os cuento la mía. Y quién me ha acompañado. Sí, porque realmente no me he sentido sola. Y os digo quién, o más bien, quiénes, han tenido la culpa. He pensado mucho, he recapacitado, he escrito cartas y he llorado. Todo esto, de la mano de Borja Vilaseca. Pero he disfrutado mucho y sobre todo, creo que me han cambiado sus vídeos, sus directos de Instagram, sus libros y sus cursos. Porque he aquí una que ha aprovechado mucho el tiempo de soledad. Pero no solo aprendiendo de mi misma. He aprendido con personas que desde ya son mis referentes. Os digo solo algunos nombres, porque os prometo que todos los días leo unos cuantos mails de cada uno y cada una de ellos. Y os lo digo por si queréis echar un vistazo, buscarlos y os inspiran. Seguro que sí. Mi profe, Veró

En mi casa

En mi casa te encuentras purpurina en la toalla. Sí, me ha pasado hoy cuando me lavaba las manos al volver de la calle. Purpurina dorada.  En mi salón, además del mobiliario habitual, también tengo una cabaña. Bueno, realmente no es mía. Es el lugar favorito de mi pequeña. Donde se mete con sus rotus, sus muñecos y se esconde del mundo. ¿Quién no ha tenido un lugar así en su infancia? Mi casa a ratos es un pequeño (o gran) caos. Mientras la pequeña investiga cómo va a decorar su nuevo paquete de slime (no sucumbáis si no queréis moco pegajoso en cada silla del salón, por muchas advertencias que hagáis, o se quita de su altura o nada); el mayor (¿Cuándo ha sido que creciste tan rápido, hijo?) está manteniendo una conversación con sus amigos mientras me dice que es “la última”. ¿Os suena a las mamás de preadolescentes? En mi casa hay libros, música. Y luz. Y colores. Y sueños.  Y en esta etapa que hemos pasado y esperemos que se quede en pasado, no puedo más que dar gracias a la vi

Unas capas más abajo, ahí es

Como si de una cebolla se tratara. Así creo que somos los humanos. Nos ponemos capas y más capas. La capa de quedar bien ante el qué dirán. La capa de lo que dicta la sociedad. La capa de mi propia autocensura cuando escribo, aunque esa vaya unida a la primera y a la segunda. ¿Cuántas capas tienes tú? Pues yo me estoy quitando. Poco a poco, claro, pero en el camino. Tampoco es que vaya a ponerme a andar desnuda, aunque me cuentan que el naturismo una vez lo empiezas no vuelves atrás. Quizá haya que probarlo. Las que sí me estoy quitando son las interiores. Como digo, muy poco a poco. Con mucho trabajo,   mucho esfuerzo y mucho tesón. Sangre, sudor y lágrimas que se dice también. Y mira, sangre no, pero sudor y lágrimas unas cuantas. Y no lo oculto, porque ningún proceso es fácil. Pero una vez que te vas quitando capas, sí que sientes esa liviandad. Y ya, igual que con el naturismo, no quieres volver atrás. Foto de Karolina Grabowska

Hace un año

¿Cuántas veces te has puesto a soñar dónde estarías tú dentro de un año? Pues sigue haciéndolo, la visualización es muy positiva, así que vamos a soñar. Yo hace un año di uno de los pasos más importantes de mi vida. Hace unas pocas semanas ha venido otra decisión que, si bien ha sido por ambas partes, tampoco ha sido fácil. ¿Y ahora? Ahora tengo delante de mí millones de opciones, y sin querer, se presentan otras. Bueno, esto es lo que llamo suerte, pero también tiene mucho de actitud. El refranero siempre sabio ya nos lo dice: “cuando se cierra una puerta se abren mil ventanas”. Hoy hacía un ejercicio para un curso y ha sido súper interesante porque iba de destacar mis fortalezas, en qué cosas sobresalgo, qué se me da bien. Y bueno, es bastante complicado, o quizá, somos nosotras (somos mayoría chicas) las que nos lo hacemos difícil. Porque siempre, hablo por mí, me exijo un poco más, quiero terminar aquel detalle, repasar de nuevo el texto… Total, que nunca termino de conve