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La falta de tiempo

Antes de que empezara este estado de alarma y este confinamiento, si me preguntaban que cuál era el “mal de nuestra era”, no tenía duda: la falta de tiempo.

Al menos yo, siempre quería hacer más cosas de las que me daban las 24 horas del día. Y claro, imposible llegar a todo y no frustrarse en el intento.

Mi vida era un ir y venir sin parar. Cierto es que cuando no tenía nada que hacer me lo buscaba.

Ahora, en este mes y pico ya, he hecho muchas cosas que me apetecían. Por fin he tenido tiempo para ello.

Una de estas cosas es leer. Y ya sabéis los que me seguís que tengo una debilidad: Màxim Huerta. En su Intimidad improvisada nos presenta una recopilación de sus columnas publicadas en El Español y 20 Minutos. La verdad es que me ha resultado muy significativa su lectura para tener una radiografía de nuestra era.

En este parar actual he recapacitado sobre un artículo en concreto: Hacer tiempo. Fue publicado en El Español en 2018, y claro, la situación nada tenía que ver con la actual. Ni en la imaginación, vamos. En él Màxim nos cuenta cómo un amigo suyo estaba “haciendo tiempo” como el que está tejiendo, como el que puede guardarlo en una cajita para cuando nos haga falta.

Ahora le digo yo a Máxim que el tiempo nos ha parado para que todo ese que queríamos guardar lo aprovechemos, aunque claro, esto es como cuando le pides un deseo al genio de la lámpara de Aladdin, te lo da, pero no sabes cómo. Y nos lo han concedido, pero con condiciones, sin salir. A él le digo que qué bien está ocupando su tiempo enseñándonos a hacer la receta de la Abuela Irene o escribiendo. Qué regalo tan grande para quienes lo seguimos.

Ahora nos toca hacer memoria y recapacitar para no perdernos en el limbo del sofá a la cama, a comer, ver una serie y vuelta a empezar. Y realmente ocuparlo en lo que queramos y nos haga crecer (que no sea solo a lo ancho, que veremos a ver por dónde salimos…)

Nos toca aprender a mirarnos y preguntarnos qué necesitamos. En mi caso, a disfrutar más del tiempo con mis hijos, a estar junto a ellos y ver lo rápido que aprenden e interiorizan las cosas que les mandan en el cole; a jugar a cosas que nunca nos daba tiempo, a pintar, cantar, bailar…

Y yo sola estiro ese tiempo para leer, para escribir, para aprenderme y conocerme. Para acercarme un poco más al mundo de las plantas; tomar el sol y empezar a darle forma a una terracita más acogedora; a dibujar aunque no se me de bien, pero así decoro mis rincones. A ordenar y a ordenarme. A estar a solas conmigo misma. Creo que es algo que todos debemos aprender a hacer. A llevarnos bien con la persona con la que más tiempo vamos a pasar, sin duda, en nuestra vida.

Tú mismo, tú misma.

PD: Foto de Caio Resende

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