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Mostrando entradas de abril, 2020

Vaso medio lleno, siempre

Mi situación personal y profesional en esta etapa de confinamiento no es ni mejor ni peor que la de nadie. Podría quedarme con que hay días que echo de menos, con que hay días que me siento sola, con que hay días que me puede el estrés de querer llegar a todo y no doy más. Pero como habéis estado leyendo estos días, me quedo con otras cosas. Con estar disfrutando de mi tiempo y de mis libros; de escribir y retomar este blog que tenía olvidado; de grabar vídeos de felicitación y procesiones de Semana Santa que nos han hecho reír muchísimo; de retomar bizcochos y probar recetas nuevas; de video-llamadas bonitas con las que te pones al día de casi todo… Hay tantas cosas maravillosas de las que podemos disfrutar. Y como leía no hace poco por redes, vamos a aprovechar estos días que cuando salgamos no vayamos a decir que se nos han quedado cosas en el tintero (que nos pasará, seguro). Pues eso, que hoy solo me quería pasar por aquí para desearos que dentro de cada situación, ve

Libros, libros, libros....

Hoy tocaba escribir además de leer y de compartir. Ha sido un día bonito de eso, de compartir lecturas, poesías, de compartir letras, fotos y al fin y al cabo, momentos. Yo os aconsejo leer todos los libros que caigan en vuestras manos. Todos, sin excepción. Cada libro llega en el momento en el necesitemos de él. En mi caso ha habido pocos libros que haya dejado en la estacada, pero tengo algunos pendientes en la librería de casa esperándome. Me he dado cuenta de la cantidad de libros que tengo cuando he tenido que hacer mudanza. Y precisamente mi casa está llena de estantes para ser llenados de libros. Es mi pasión, darme la vuelta y ver libros que   me acompañan. Justo hace unos días abría unas cajas y… ¡sorpresa!. Mis libros de la época de colegio e instituto, los clásicos, los juveniles, los de filosofía que cuando me los tenía que leer no terminaba de entender y ahora me pirro por volver a cogerlos. Están a la espera de ser ordenados, pero mientras dedico

La falta de tiempo

Antes de que empezara este estado de alarma y este confinamiento, si me preguntaban que cuál era el “mal de nuestra era”, no tenía duda: la falta de tiempo. Al menos yo, siempre quería hacer más cosas de las que me daban las 24 horas del día. Y claro, imposible llegar a todo y no frustrarse en el intento. Mi vida era un ir y venir sin parar. Cierto es que cuando no tenía nada que hacer me lo buscaba. Ahora, en este mes y pico ya, he hecho muchas cosas que me apetecían. Por fin he tenido tiempo para ello. Una de estas cosas es leer. Y ya sabéis los que me seguís que tengo una debilidad: Màxim Huerta. En su Intimidad improvisada nos presenta una recopilación de sus columnas publicadas en El Español y 20 Minutos. La verdad es que me ha resultado muy significativa su lectura para tener una radiografía de nuestra era. En este parar actual he recapacitado sobre un artículo en concreto: Hacer tiempo . Fue publicado en El Español en 2018, y claro, la situación nada tenía

La vida desde una azotea

Un cielo cubierto de nubes. Tejados. Antenas. Azoteas. Casas a medio construir, obras que con esta paralización también se han quedado calladas. Respiro. Hoy huele a lluvia, a tierra mojada. A barrio. Escucho el pitido de un coche. Es el panadero, fiel a su cita diaria. Pocos sonidos más hay por aquí. Respiro. Y miro de nuevo. Es mi tierra. Es mi gente. Son mis vecinas y vecinos, los menos. Sí, en mi barrio salen las mujeres a aplaudir. María, Celia, las de más arriba que no recuerdo cómo se llaman, pero que ayer, a falta de música con altavoces, se pusieron a bailar, mascarilla mediante, en el tranco de la puerta con su móvil. Pero hombres, hay pocos. Vivo en un barrio tranquilo, donde casi nunca pasa nada. Donde habitualmente por las mañanas hasta hay sitio para aparcar porque todos nos hemos ido a trabajar. Ahora me asomo a la ventana (creo que nunca antes había hecho tanto uso de ella) y la calle tiene una hilera de coches que se mueven solo cada quince días