Ir al contenido principal

Mis compañeros de confinamiento

Hay quien ha conseguido hacer un Diario de Confinamiento. Yo, lo confieso, no. Ni publicado ni sin publicar. No me ha dado.

Y es que los días, meses que han pasado y hemos pasado, cada uno los ha llevado de una forma.

Yo os cuento la mía. Y quién me ha acompañado. Sí, porque realmente no me he sentido sola. Y os digo quién, o más bien, quiénes, han tenido la culpa.

He pensado mucho, he recapacitado, he escrito cartas y he llorado. Todo esto, de la mano de Borja Vilaseca. Pero he disfrutado mucho y sobre todo, creo que me han cambiado sus vídeos, sus directos de Instagram, sus libros y sus cursos. Porque he aquí una que ha aprovechado mucho el tiempo de soledad.

Pero no solo aprendiendo de mi misma. He aprendido con personas que desde ya son mis referentes. Os digo solo algunos nombres, porque os prometo que todos los días leo unos cuantos mails de cada uno y cada una de ellos. Y os lo digo por si queréis echar un vistazo, buscarlos y os inspiran. Seguro que sí.

Mi profe, Verónica Sequeira, con quien voy de la mano reinventándome. Para mejorar mi propia versión de mi misma y creer un poquito más en quién soy, Eli Romero y ahora, con mucha fuerza, Laia Arcones.

Algunos más de los que inspiran y abren la mente: Javi Pastor (ya me parece uno más de mi casa); Iván Orange; Ángel de Vivir al máximo; Sara Castillo; Sara Pellicer; Isra Bravo; Álex Rovira. De todos, cada día, aprendo un poquito más.

Mi coach favorito, y mi amigo, Javier Martínez. Si quieres saber cualquier cosa sobre LGTBI o si simplemente necesitas un acompañamiento. Tiene canal de Youtube, Instagram, Facebook. Vamos, que lo encuentras rápido. Y si no, me preguntas.

Para cualquier tema de maternidad, mujer, familia, conciliación, niños, niñas…. Mis Malasmadres queridas que me acompañan desde hace tanto.  

Tiendas bonitas donde inspirarse, comprar y enamorarse, Bizcocho de yogur.

Para reír, Martita de Graná y mi motrileño Antonio Bueno.

Máximo Huerta, ya sabéis mi debilidad hacia este periodista y escritor. Ya estoy con su su último libro ‘Con el amor bastaba’. Ya os contaré.

Mi retorno a la facultad, Soledad Mena. Nuestras reuniones que tanto bien me hacen, porque tengo que adelantar trabajo para contarte novedades cada semana.

Y los presentes, cada día, cada hora. Esos ni los nombro. Vosotros y vosotras sabéis quiénes sois y cuánto bien hacéis a mi alma.

Gracias.  

                                                                                     Foto de Dhyamis Kleber


Comentarios

Entradas populares de este blog

Unas capas más abajo, ahí es

Como si de una cebolla se tratara. Así creo que somos los humanos. Nos ponemos capas y más capas. La capa de quedar bien ante el qué dirán. La capa de lo que dicta la sociedad. La capa de mi propia autocensura cuando escribo, aunque esa vaya unida a la primera y a la segunda. ¿Cuántas capas tienes tú? Pues yo me estoy quitando. Poco a poco, claro, pero en el camino. Tampoco es que vaya a ponerme a andar desnuda, aunque me cuentan que el naturismo una vez lo empiezas no vuelves atrás. Quizá haya que probarlo. Las que sí me estoy quitando son las interiores. Como digo, muy poco a poco. Con mucho trabajo,   mucho esfuerzo y mucho tesón. Sangre, sudor y lágrimas que se dice también. Y mira, sangre no, pero sudor y lágrimas unas cuantas. Y no lo oculto, porque ningún proceso es fácil. Pero una vez que te vas quitando capas, sí que sientes esa liviandad. Y ya, igual que con el naturismo, no quieres volver atrás. Foto de Karolina Grabowska

No querer volver

Hoy recupero un texto que no es mío, es de María Robles, psicóloga co-directora de Essentia, Psicología y Bienestar, con el que no puedo sentirme más identificada. Resulta que yo -persona social y de calle donde las haya-   tras salir lo justo e imprescindible desde el pasado 14 de marzo, tras quedarme en casa en este confinamiento y pasar muchísimas horas conmigo misma o con mis hijos, no tengo ganas de volver. Y María lo explica a la perfección, como si hubiera entrado en mi cabecita. No quiero volver a lo de antes. A las prisas. Al hoy no puedo pararme. A la falta de aire. A ir corriendo a todos sitios y a pesar de ello no llegar. Por supuesto hay muchas cosas, y personas, ahí fuera que echo de menos. Por supuesto, me apunto a volver a sentir el tacto de la arena bajo mis pies. A sumergirme en el mar y sentir su frescor tras horas de sol. A viajar, conocer nuevas ciudades o volver a patearme las ya conocidas. Claro que sí. Pero por encima de todo me he propuesto se

En mi casa

En mi casa te encuentras purpurina en la toalla. Sí, me ha pasado hoy cuando me lavaba las manos al volver de la calle. Purpurina dorada.  En mi salón, además del mobiliario habitual, también tengo una cabaña. Bueno, realmente no es mía. Es el lugar favorito de mi pequeña. Donde se mete con sus rotus, sus muñecos y se esconde del mundo. ¿Quién no ha tenido un lugar así en su infancia? Mi casa a ratos es un pequeño (o gran) caos. Mientras la pequeña investiga cómo va a decorar su nuevo paquete de slime (no sucumbáis si no queréis moco pegajoso en cada silla del salón, por muchas advertencias que hagáis, o se quita de su altura o nada); el mayor (¿Cuándo ha sido que creciste tan rápido, hijo?) está manteniendo una conversación con sus amigos mientras me dice que es “la última”. ¿Os suena a las mamás de preadolescentes? En mi casa hay libros, música. Y luz. Y colores. Y sueños.  Y en esta etapa que hemos pasado y esperemos que se quede en pasado, no puedo más que dar gracias a la vi