¿Cuántas primeras veces estáis teniendo estos días?
Yo ya he tenido mi primer café. Un café del que echaba de
menos su sabor intenso, pero sobre todo el lugar, ese sitio que es casa de
tantos. Y qué mejor que poder compartirlo con dos de mis ángeles de la guarda,
dos personas de las que siempre han estado cuando las cosas se ponen feas.
Y mi primera visita a la playa. Desde que nos dejaron comenzar
a hacer deporte no he podido por circunstancias encontrar un rato cada día. Y
curiosamente yo que soy amante de la playa, he descubierto lo inspiradora que
puede ser la montaña. Ese aire fresco, esos caminos de tierra, el olor a pinos.
Ese ver mi Motril desde arriba y poder hacerme consciente de lo grande y bonita
que es.
Pero la playa... El día que me vi en la orilla, sin siquiera
meter los pies en agua, pero allí frente a su inmensidad. No pude reprimir la
lagrimilla asomando. Volví a esos momentos de carrera cuando paraba a tomar un
poco de aire, de paz. Sentada en la orilla un domingo por la mañana cuando los
veraneantes aún no habían ocupado la arena. Toda para mí.
Esta vez ni siquiera me senté. Solo, de pie, la miraba y la
sentía. Cuántos secretos sabe de mí, cuántas confesiones y lágrimas de
impotencia, de inseguridad, de dudas.
Ahora miraba ese mar nuestro y me sentía feliz. De haber
sido capaz de tantos pasos, y los que quedan.
¿Cómo un paisaje nos puede transportar a tantos
sentimientos? La naturaleza es una de las cosas que he echado de menos. Aunque
he aprendido a observar el cielo y sus nubes, los rayos de sol, a sentir su
calor y ser consciente de lo privilegiada que era por poder tener un espacio
donde disfrutarlo en estos meses de encierro.
Ahora también empiezo a disfrutar, como si fuera la primera
vez, de esos reencuentros, con el café y con mi gente; con las calles que ya no
están tan vacías por fin; con el monte y su olor, y con mi playa, sus recuerdos
y todo lo que vendrá.
¿Cuál ha sido esa nueva primera vez que no vas a olvidar?
Comentarios
Publicar un comentario