Ir al contenido principal

Quedémonos con lo bueno



Hoy nos hemos despertado con la noticia de que el Estado de alarma, y por ende, el confinamiento, durarán (yo añado mínimo), 15 días más de los previstos inicialmente.

Por supuesto esperaba que este paso llegara un día arriba un día abajo, pero es cierto que hoy el ánimo ha tenido sus más y sus menos. Y por supuesto, me lo tengo que permitir.

Pero precisamente hoy quiero quedarme con tantos y tantos gestos que nos están haciendo más llevadera esta situación. La música, esos conciertos que hemos podido disfrutar de nuestros artistas favoritos, libros gratuitos para descargar, películas, teatro… Creo que tenemos multitud de alternativas para poder ocupar nuestro tiempo. Además, podemos buscar cualquier tabla de ejercicios adaptada a nuestro estado físico actual.

Me emociona cómo cada persona está poniendo su granito de arena para aportar en estos días. Haciendo lo que nos gusta, algo que sea beneficioso tanto para que el que lo hace como para el que lo recibe. Qué bonito, de verdad.

Me encanta que sea la música, el arte, los libros, el cine, esas que parecen menos importantes en el día a día de la actualidad académica los que nos estén “salvando” estos días de confinamiento.

Ni qué decir de todas las personas que desde el ámbito sanitario, de fuerzas y cuerpos de seguridad, de voluntariado, de agricultura, de limpieza, de supermercados… están haciendo que este país funcione y que podamos ponerle freno. Mis gracias son infinitas, y os pongo nombres y apellidos a tantos y tantas de cada sector. Así que solo, gracias y ánimo, porque estamos con vosotros.

Y yo desde este rincón solo os cuento cosas para manteneros entretenidos, que leáis algo más que noticias negativas. Hoy, con mis peques dando vueltas por casa, intentando darles herramientas de entretenimiento, y me planteo que mañana es lunes y que retomaremos rutinas. Creo que son positivas, tanto como hacerles pasar un fin de semana libre de ataduras de ningún tipo.

Vamos a por una nueva semana.

Mucho ánimo. 

PD - Gracias a tod@s l@s que os habéis alegrado de mi vuelta :)


Comentarios

Entradas populares de este blog

Unas capas más abajo, ahí es

Como si de una cebolla se tratara. Así creo que somos los humanos. Nos ponemos capas y más capas. La capa de quedar bien ante el qué dirán. La capa de lo que dicta la sociedad. La capa de mi propia autocensura cuando escribo, aunque esa vaya unida a la primera y a la segunda. ¿Cuántas capas tienes tú? Pues yo me estoy quitando. Poco a poco, claro, pero en el camino. Tampoco es que vaya a ponerme a andar desnuda, aunque me cuentan que el naturismo una vez lo empiezas no vuelves atrás. Quizá haya que probarlo. Las que sí me estoy quitando son las interiores. Como digo, muy poco a poco. Con mucho trabajo,   mucho esfuerzo y mucho tesón. Sangre, sudor y lágrimas que se dice también. Y mira, sangre no, pero sudor y lágrimas unas cuantas. Y no lo oculto, porque ningún proceso es fácil. Pero una vez que te vas quitando capas, sí que sientes esa liviandad. Y ya, igual que con el naturismo, no quieres volver atrás. Foto de Karolina Grabowska

No querer volver

Hoy recupero un texto que no es mío, es de María Robles, psicóloga co-directora de Essentia, Psicología y Bienestar, con el que no puedo sentirme más identificada. Resulta que yo -persona social y de calle donde las haya-   tras salir lo justo e imprescindible desde el pasado 14 de marzo, tras quedarme en casa en este confinamiento y pasar muchísimas horas conmigo misma o con mis hijos, no tengo ganas de volver. Y María lo explica a la perfección, como si hubiera entrado en mi cabecita. No quiero volver a lo de antes. A las prisas. Al hoy no puedo pararme. A la falta de aire. A ir corriendo a todos sitios y a pesar de ello no llegar. Por supuesto hay muchas cosas, y personas, ahí fuera que echo de menos. Por supuesto, me apunto a volver a sentir el tacto de la arena bajo mis pies. A sumergirme en el mar y sentir su frescor tras horas de sol. A viajar, conocer nuevas ciudades o volver a patearme las ya conocidas. Claro que sí. Pero por encima de todo me he propuesto se

En mi casa

En mi casa te encuentras purpurina en la toalla. Sí, me ha pasado hoy cuando me lavaba las manos al volver de la calle. Purpurina dorada.  En mi salón, además del mobiliario habitual, también tengo una cabaña. Bueno, realmente no es mía. Es el lugar favorito de mi pequeña. Donde se mete con sus rotus, sus muñecos y se esconde del mundo. ¿Quién no ha tenido un lugar así en su infancia? Mi casa a ratos es un pequeño (o gran) caos. Mientras la pequeña investiga cómo va a decorar su nuevo paquete de slime (no sucumbáis si no queréis moco pegajoso en cada silla del salón, por muchas advertencias que hagáis, o se quita de su altura o nada); el mayor (¿Cuándo ha sido que creciste tan rápido, hijo?) está manteniendo una conversación con sus amigos mientras me dice que es “la última”. ¿Os suena a las mamás de preadolescentes? En mi casa hay libros, música. Y luz. Y colores. Y sueños.  Y en esta etapa que hemos pasado y esperemos que se quede en pasado, no puedo más que dar gracias a la vi