Ir al contenido principal

Mes de comienzos




Septiembre es por antonomasia un mes de comienzos, es el mes de comienzo del curso escolar, de las temporadas deportivas… Bueno, pues este mes es también el comienzo de mi nueva etapa profesional. Aunque ya llevo varias semanas trabajando, oficialmente desde hoy dejo de ser desempleada para ser autónoma.

Y me siento bien.

Me siento bien porque dejo atrás un año y pico que prefiero aparcar. Me siento bien porque estoy muy animada para emprender. Me siento bien porque el simple hecho de convertirme por primera vez en mi propia jefa me gusta.

A partir de ahora sé que tendré que esforzarme mucho, pero también sé que me irá bien. Porque le estoy poniendo todas mis ganas, estoy implicada al cien por cien. Y porque tiene que salir bien.

Y sin embargo, a pesar de todo este positivismo con el que comienzo este mes de septiembre, un halo de tristeza me inunda. Porque el último día de agosto a unos profesionales que un día fueron compañeros los echaron a la calle. Porque entre ellos está una de mis mejores amigas de la carrera y el marido de otra, junto a 13 periodistas más. Y duele. Porque siguen haciéndole daño a mi profesión, a esa profesión que es tan necesaria en nuestros días y que quieren cargarse…

Y también porque este primer día de septiembre, otra luchadora ha visto cómo se desvanecía su  sueño. Un incendio se ha cargado mucho trabajo,  mucho esfuerzo y mucha ilusión. Porque íbamos a comenzar a emprender en las mismas fechas después de pasar algunos sinsabores laborales y eso une. Y porque los que nos unieron fueron nuestros hijos.

Así que espero que igual que yo he podido dar un salto y lograr lo que ya hoy es una realidad, que en todos los casos lo puedan hacer. Sé que materia prima hay, todos valéis un montón, así que vamos!!

A comenzar!!!

Comentarios

  1. ¡¡¡¡ Mucha Suerte en tú nuevo proyecto¡¡¡, y que esas personas que mencionas en tú publicación también salgan adelante. Ánimo a Todos ¡¡

    Carlos Glez.

    ResponderEliminar
  2. Muchísima suerte en esta nueva etapa de tu vida!! me alegro muchísimo por ti y los tuyos!!!Aquí estaré leyéndote en cada post!

    ResponderEliminar
  3. Mucha suerte Isaaa!!!acabo de descubrir el blog y no podría alegrarme más de toda esa positividad q derrochaas!!!y...sabes?es muyy contagiosa!!!me voy a la cama con una sonrisa!!muchas gracias por escribir.con tanta energía!!nos vemos por la red, con nuestros blogs!!besos.Paqui.

    ResponderEliminar
  4. Roberto! Mil gracias! Eso espero, que me sigas. Un abrazo, guapo.

    ResponderEliminar
  5. Paqui! Gracias, gracias y gracias! Eso es lo que quiero mostrar y ofrecer, energía positiva! Vamos a hacer frente a todo con nuestras ganas. Avísame cuando esté listo, que seré una fiel seguidora. Un abrazo, compi.

    ResponderEliminar

Publicar un comentario

Entradas populares de este blog

Unas capas más abajo, ahí es

Como si de una cebolla se tratara. Así creo que somos los humanos. Nos ponemos capas y más capas. La capa de quedar bien ante el qué dirán. La capa de lo que dicta la sociedad. La capa de mi propia autocensura cuando escribo, aunque esa vaya unida a la primera y a la segunda. ¿Cuántas capas tienes tú? Pues yo me estoy quitando. Poco a poco, claro, pero en el camino. Tampoco es que vaya a ponerme a andar desnuda, aunque me cuentan que el naturismo una vez lo empiezas no vuelves atrás. Quizá haya que probarlo. Las que sí me estoy quitando son las interiores. Como digo, muy poco a poco. Con mucho trabajo,   mucho esfuerzo y mucho tesón. Sangre, sudor y lágrimas que se dice también. Y mira, sangre no, pero sudor y lágrimas unas cuantas. Y no lo oculto, porque ningún proceso es fácil. Pero una vez que te vas quitando capas, sí que sientes esa liviandad. Y ya, igual que con el naturismo, no quieres volver atrás. Foto de Karolina Grabowska

No querer volver

Hoy recupero un texto que no es mío, es de María Robles, psicóloga co-directora de Essentia, Psicología y Bienestar, con el que no puedo sentirme más identificada. Resulta que yo -persona social y de calle donde las haya-   tras salir lo justo e imprescindible desde el pasado 14 de marzo, tras quedarme en casa en este confinamiento y pasar muchísimas horas conmigo misma o con mis hijos, no tengo ganas de volver. Y María lo explica a la perfección, como si hubiera entrado en mi cabecita. No quiero volver a lo de antes. A las prisas. Al hoy no puedo pararme. A la falta de aire. A ir corriendo a todos sitios y a pesar de ello no llegar. Por supuesto hay muchas cosas, y personas, ahí fuera que echo de menos. Por supuesto, me apunto a volver a sentir el tacto de la arena bajo mis pies. A sumergirme en el mar y sentir su frescor tras horas de sol. A viajar, conocer nuevas ciudades o volver a patearme las ya conocidas. Claro que sí. Pero por encima de todo me he propuesto se

En mi casa

En mi casa te encuentras purpurina en la toalla. Sí, me ha pasado hoy cuando me lavaba las manos al volver de la calle. Purpurina dorada.  En mi salón, además del mobiliario habitual, también tengo una cabaña. Bueno, realmente no es mía. Es el lugar favorito de mi pequeña. Donde se mete con sus rotus, sus muñecos y se esconde del mundo. ¿Quién no ha tenido un lugar así en su infancia? Mi casa a ratos es un pequeño (o gran) caos. Mientras la pequeña investiga cómo va a decorar su nuevo paquete de slime (no sucumbáis si no queréis moco pegajoso en cada silla del salón, por muchas advertencias que hagáis, o se quita de su altura o nada); el mayor (¿Cuándo ha sido que creciste tan rápido, hijo?) está manteniendo una conversación con sus amigos mientras me dice que es “la última”. ¿Os suena a las mamás de preadolescentes? En mi casa hay libros, música. Y luz. Y colores. Y sueños.  Y en esta etapa que hemos pasado y esperemos que se quede en pasado, no puedo más que dar gracias a la vi