Ir al contenido principal

Gracias




Quiero dar las gracias a todos los que me habéis dado tantos ánimos en estos días, ya sea a través del blog, en persona o a través de las múltiples formas de conexión que tenemos. Algunas de las muestras de apoyo que más adentro me han llegado precisamente han venido de personas que están lejos. Y es que esto de las nuevas tecnologías de la comunicación nos acerca a tantos sitios…. La verdad es que es un placer que por ejemplo, mis reflexiones den un poco de ánimo a compañeros de la Universidad que no están pasando por un buen momento.


Y es que son malos tiempos para el periodismo. No es nuevo, ya nos lo dijo Teodoro León Gross el primer día de clase. En nuestras familias seguro que también a todos nos quisieron quitar esa idea de la cabeza… Pero, para lo bueno y para lo menos bueno, aquí estamos, con nuestro título debajo del brazo intentando hacer, cada uno a su manera y más bien cada uno como puede, lo mejor.


Y eso es lo que tenemos que pensar, que siempre siguen existiendo caminos, aunque no sean de rosas. No voy a descubrir nada si os digo que emprender no es nada fácil, pero en mi caso, y después de un año que se me ha hecho muy largo en lo profesional, creo que he tomado la mejor decisión. Llevo menos de un mes ejerciendo de autónoma, como digo, no es fácil, menos aún poner un precio a tus servicios. Esa es la parte más complicada para mí. Hago algo que me gusta, ya sea realizar una información que trasladar a los medios de comunicación, tareas de comunicación interna, en las redes sociales, a través de  la imagen… Pero al fin y al cabo, todo eso es lo que quiero hacer, todo eso es la comunicación y es lo que mejor sé hacer. Y como digo, poner un precio a la realización de algo que te gusta es lo que más trabajo me cuesta.


Pero en fin, que lo único que quiero es seguir dándole ánimos a todos mis compañeros, a todos mis amigos, a los que estáis más cerca, a los que vivís más lejos… Hay soluciones, hay salidas… Es complicado ponerse el chip de salir adelante cuando no sabes porqué no siguen contando contigo, porqué estás en la calle si siempre te has volcado, si has hecho hasta tareas que no te correspondían, si has vivido como si la empresa, el medio de comunicación o la institución en la que trabajabas hubiera sido tuya… Ya. A muchos nos ha pasado. Y a veces los fantasmas de ese porqué siguen  volviendo a nuestra mente… Es inevitable. Pero estoy segura de que la mejor “venganza” (lo entrecomillo porque no quiero que se tome con su significado más crudo), es ver que nos va bien y que no tenemos que rendir pleitesía a nadie, ¿no creéis?


Lo dicho, mucho ánimo, por todo lo que llevamos sufrido en nuestra profesión y por todo lo que está por llegar.

Comentarios

Publicar un comentario

Entradas populares de este blog

Unas capas más abajo, ahí es

Como si de una cebolla se tratara. Así creo que somos los humanos. Nos ponemos capas y más capas. La capa de quedar bien ante el qué dirán. La capa de lo que dicta la sociedad. La capa de mi propia autocensura cuando escribo, aunque esa vaya unida a la primera y a la segunda. ¿Cuántas capas tienes tú? Pues yo me estoy quitando. Poco a poco, claro, pero en el camino. Tampoco es que vaya a ponerme a andar desnuda, aunque me cuentan que el naturismo una vez lo empiezas no vuelves atrás. Quizá haya que probarlo. Las que sí me estoy quitando son las interiores. Como digo, muy poco a poco. Con mucho trabajo,   mucho esfuerzo y mucho tesón. Sangre, sudor y lágrimas que se dice también. Y mira, sangre no, pero sudor y lágrimas unas cuantas. Y no lo oculto, porque ningún proceso es fácil. Pero una vez que te vas quitando capas, sí que sientes esa liviandad. Y ya, igual que con el naturismo, no quieres volver atrás. Foto de Karolina Grabowska

No querer volver

Hoy recupero un texto que no es mío, es de María Robles, psicóloga co-directora de Essentia, Psicología y Bienestar, con el que no puedo sentirme más identificada. Resulta que yo -persona social y de calle donde las haya-   tras salir lo justo e imprescindible desde el pasado 14 de marzo, tras quedarme en casa en este confinamiento y pasar muchísimas horas conmigo misma o con mis hijos, no tengo ganas de volver. Y María lo explica a la perfección, como si hubiera entrado en mi cabecita. No quiero volver a lo de antes. A las prisas. Al hoy no puedo pararme. A la falta de aire. A ir corriendo a todos sitios y a pesar de ello no llegar. Por supuesto hay muchas cosas, y personas, ahí fuera que echo de menos. Por supuesto, me apunto a volver a sentir el tacto de la arena bajo mis pies. A sumergirme en el mar y sentir su frescor tras horas de sol. A viajar, conocer nuevas ciudades o volver a patearme las ya conocidas. Claro que sí. Pero por encima de todo me he propuesto se

En mi casa

En mi casa te encuentras purpurina en la toalla. Sí, me ha pasado hoy cuando me lavaba las manos al volver de la calle. Purpurina dorada.  En mi salón, además del mobiliario habitual, también tengo una cabaña. Bueno, realmente no es mía. Es el lugar favorito de mi pequeña. Donde se mete con sus rotus, sus muñecos y se esconde del mundo. ¿Quién no ha tenido un lugar así en su infancia? Mi casa a ratos es un pequeño (o gran) caos. Mientras la pequeña investiga cómo va a decorar su nuevo paquete de slime (no sucumbáis si no queréis moco pegajoso en cada silla del salón, por muchas advertencias que hagáis, o se quita de su altura o nada); el mayor (¿Cuándo ha sido que creciste tan rápido, hijo?) está manteniendo una conversación con sus amigos mientras me dice que es “la última”. ¿Os suena a las mamás de preadolescentes? En mi casa hay libros, música. Y luz. Y colores. Y sueños.  Y en esta etapa que hemos pasado y esperemos que se quede en pasado, no puedo más que dar gracias a la vi