Se va un año más... Un año cargado de ilusiones, algunas rotas (aunque habrá que echar remiendos). Pero también de metas que aunque complicadas se van acercando, muy poco a poco, pero para las que ya queda menos que al principio.
Un año que seguro me ha hecho más fuerte, pero que tengo ganas de que acabe. Y es que yo, eso de la niña bonita, pues que nunca me lo he terminado de creer. Yo creo en el tesón, en el esfuerzo, en la profesionalidad, en el trabajo. Y así me gusta que me recuerden, como buena trabajadora, buena profesional. Hay gente que me gana en otras cosas, pero es que a ese juego a mí no me gusta jugar.
Y sí, he de decir que 2015 ha sido un año de volver a ponerme las pilas en muchos sentidos. De intentar conciliar un trabajo de autónoma que da para lo justo con todo lo que conlleva el ámbito familiar con dos hijos. Unido a no tener horarios definidos y a que siempre ando metida en más cosas de las que casi me permite el día, a veces se ha puesto cuesta arriba.
Y sí, hoy estoy en uno de esos días en los que todo se pone complicado. En los que parece que las fuerzas con las que cada mañana te levantas de la cama para ponerte el mundo por bandera, pues simplemente, no están. ¡Se han ido! ¡Así, sin avisar! Y no, esto no estaba en la agenda para hoy. Ni para ayer... Y claro, son dos días que casi tengo que descontar... Y al final, pues me quedo en números rojos.
Bueno, pues todo esto es porque un mes como diciembre en el que tantas cosas recopilamos del año me ha puesto algo melancólica. Y porque ya mismo está aquí enero y habrá ponerse seria. Así que nada, que solo era por despedir el año un poco antes de lo previsto, por desear que empecemos con mucha fuerza el que está por llegar. Y por supuesto, porque los que estamos acostumbrados a expresar escribiendo, si aguantamos mucho, al final por algún sitio tiene que salir. ¡Y ya iba tocando!
Comentarios
Publicar un comentario