Ir al contenido principal

2014….



Ha comenzado el 2014. Y ahora ¿qué? ¿Qué se supone que debes hacer? Mucha gente le tiene un poco de fobia al número 13, y la verdad es que en España la cosa está harto complicada. Así que vamos a echarle ganas a este nuevo número.

A mi personalmente el 2014 me ha traído recortes. Pero bueno, se afrontarán con buena cara, con esa que siempre intento poner a las adversidades. Y como hay que mirarle el lado positivo a todo, pues los recortes de una cosa (lo económico) te suelen traer otras cosas, como por ejemplo, más tiempo. Así que como llevaba algunos meses complicados de agenda… Pues estoy cumpliendo con uno de mis propósitos de año nuevo. Uno de los que son más habituales que vayan en todas las listas de propósitos: el deporte.

En mi caso no es empezar del todo, siempre me ha gustado hacer algo de deporte, creo que es muy beneficioso no sólo para el cuerpo, sino para nuestra mente. Supongo que habrá miles de estudios que lo diga, yo lo digo porque lo siento así. Lo nuevo en mi caso es que he empezado a hacer algo que creí que no iba conmigo, salir a correr. Y oye, que llevo sólo tres días, pero de maravilla.

Quizá en el ámbito de los deportes también tengamos nuestros momentos. Pues creo que ahora mismo, después de haber probado un montón de actividades, me toca el ahora llamado running. ¡Qué hay que ponerse a la moda! Pues ahora me toca organizarme un poco y sacar algo de tiempo para salir a correr. Yo sola. No pasa nada. Mi música y yo. Lo necesito.

Igual que necesito mis ratos en casa o donde sea con mi familia, mis cafelitos con mis amigas y amigos, los de siempre, los nuevos, los que vienen, los que se van y esperas que vuelvan… Necesito mi trabajo, el que toque, que con la que está cayendo hay que adaptarse, y en ello estamos. Necesito mis ratitos de inglés (Team!!! Se os echa de menos!!!). Mis ratos de meterme en un libro sin saber nada más del mundo (sí, también sin saber nada del móvil, del correo….) Necesito a mi madre, a mi padre, a mi hijo, a mi marido…
Ayyyy….
Necesito tantas cosas….


¡¡Así que al lío!! ¡¡Que queda todo un año por delante!!

Comentarios

Entradas populares de este blog

Unas capas más abajo, ahí es

Como si de una cebolla se tratara. Así creo que somos los humanos. Nos ponemos capas y más capas. La capa de quedar bien ante el qué dirán. La capa de lo que dicta la sociedad. La capa de mi propia autocensura cuando escribo, aunque esa vaya unida a la primera y a la segunda. ¿Cuántas capas tienes tú? Pues yo me estoy quitando. Poco a poco, claro, pero en el camino. Tampoco es que vaya a ponerme a andar desnuda, aunque me cuentan que el naturismo una vez lo empiezas no vuelves atrás. Quizá haya que probarlo. Las que sí me estoy quitando son las interiores. Como digo, muy poco a poco. Con mucho trabajo,   mucho esfuerzo y mucho tesón. Sangre, sudor y lágrimas que se dice también. Y mira, sangre no, pero sudor y lágrimas unas cuantas. Y no lo oculto, porque ningún proceso es fácil. Pero una vez que te vas quitando capas, sí que sientes esa liviandad. Y ya, igual que con el naturismo, no quieres volver atrás. Foto de Karolina Grabowska

No querer volver

Hoy recupero un texto que no es mío, es de María Robles, psicóloga co-directora de Essentia, Psicología y Bienestar, con el que no puedo sentirme más identificada. Resulta que yo -persona social y de calle donde las haya-   tras salir lo justo e imprescindible desde el pasado 14 de marzo, tras quedarme en casa en este confinamiento y pasar muchísimas horas conmigo misma o con mis hijos, no tengo ganas de volver. Y María lo explica a la perfección, como si hubiera entrado en mi cabecita. No quiero volver a lo de antes. A las prisas. Al hoy no puedo pararme. A la falta de aire. A ir corriendo a todos sitios y a pesar de ello no llegar. Por supuesto hay muchas cosas, y personas, ahí fuera que echo de menos. Por supuesto, me apunto a volver a sentir el tacto de la arena bajo mis pies. A sumergirme en el mar y sentir su frescor tras horas de sol. A viajar, conocer nuevas ciudades o volver a patearme las ya conocidas. Claro que sí. Pero por encima de todo me he propuesto se

En mi casa

En mi casa te encuentras purpurina en la toalla. Sí, me ha pasado hoy cuando me lavaba las manos al volver de la calle. Purpurina dorada.  En mi salón, además del mobiliario habitual, también tengo una cabaña. Bueno, realmente no es mía. Es el lugar favorito de mi pequeña. Donde se mete con sus rotus, sus muñecos y se esconde del mundo. ¿Quién no ha tenido un lugar así en su infancia? Mi casa a ratos es un pequeño (o gran) caos. Mientras la pequeña investiga cómo va a decorar su nuevo paquete de slime (no sucumbáis si no queréis moco pegajoso en cada silla del salón, por muchas advertencias que hagáis, o se quita de su altura o nada); el mayor (¿Cuándo ha sido que creciste tan rápido, hijo?) está manteniendo una conversación con sus amigos mientras me dice que es “la última”. ¿Os suena a las mamás de preadolescentes? En mi casa hay libros, música. Y luz. Y colores. Y sueños.  Y en esta etapa que hemos pasado y esperemos que se quede en pasado, no puedo más que dar gracias a la vi